Mi esposa me abandonó durante diez años, pero antes de que mi suegro muriera, me llamó, me dio 500 millones y me dijo que LO GUARDARA EN SECRETO. Sin embargo, solo después de su funeral me di cuenta con horror de que todo era solo…

Mi esposa me abandonó durante diez años, pero antes de que mi suegro muriera, me llamó, me dio 500 millones y me dijo que LO GUARDARA EN SECRETO. Sin embargo, solo después de su funeral me di cuenta con horror de que todo era solo…
El día que mi suegro me llamó, me sorprendí un poco: mi esposa y yo no habíamos tenido contacto en casi diez años. Me dejó cuando me arruiné y me escapé con un hombre rico. Pero ese día, su voz se oyó débil por teléfono, diciéndome que fuera de inmediato.

En la habitación blanca del hospital, me dio una bolsa negra de nailon con 500 millones en efectivo dentro y me tomó la mano con ternura:

“Hijo… guarda este dinero en secreto, que nadie lo sepa. Es un asunto de familia… Después de que muera, sabrás qué hacer”.

Asentí, sin hacer más preguntas.

El día que murió, toda la familia se reunió para encargarse del funeral. Mi exesposa también regresó, pero su actitud era la de una forastera, preocupada solo por estar junto a su nuevo esposo y darle instrucciones. No dije nada, obedeciendo en silencio la última voluntad de mi suegro.

El último día, al terminar el funeral, abrí la cartera con cuidado para comprobarlo antes de hacer lo que él deseaba… y me quedé atónito: los gruesos fajos de dinero eran dinero fantasma, mezclado con algunos billetes reales para aumentar su peso. En el fondo de la bolsa, un sobre blanco estaba cuidadosamente colocado, dentro había una carta garabateada:

“Yerno, sé que mi hija te abandonó en el pasado, pero nunca me culpaste. También sé que me ayudaste en secreto a pagar una gran deuda sin decírselo a nadie. Dejé el dinero real en el cajón debajo de la cocina, la llave en el bolsillo del chaleco que llevaba puesto hoy. Tómalo antes de que se enteren”.

Mi corazón latía con fuerza. Corrí rápidamente a la cocina, saqué el viejo armario de madera y, tal como él había dicho, una pequeña caja de hierro yacía silenciosamente dentro. Al abrirla, los fajos de billetes eran nuevos, aún sellados, perfectamente ordenados.

Con calma, los guardé en mi mochila y volví a la sala como si nada hubiera pasado. Cuando mi exesposa se acercó y me dijo con desprecio:

“Sigues siendo un pobretón, no sé por qué mi papá te llamó…”

Simplemente sonreí, salí por la puerta y me volví para decir algo que dejó a toda la casa sin palabras:

“Mi papá me llamó… para devolver todo el dinero que ha escondido toda su vida. En cuanto a ustedes, quédense ahí y luchen… por los fajos de dinero infernal que hay en la bolsa negra”.

En cuanto terminé de hablar, todas las miradas se posaron en la bolsa que seguía sobre la mesa. Mi exesposa palideció, corrió a abrirla… y, efectivamente, estaba llena de billetes votivos. Los gritos resonaron por toda la casa, mientras yo, con la mochila puesta, caminaba derecho, esta vez con la cabeza más alta que nunca.