Cuando fue a conocer a la familia de su novio y la obligaron a lavar 50 platos, la hermosa chica lo manejó con mucha inteligencia, ganándose el respeto de toda la familia y animándolos a casarse pronto…
El primer encuentro en casa del novio se convierte en una prueba sorpresa para la joven.
El primer día que Mai fue a conocer a la familia de su novio, Hùng, se preparó muy bien. Eligió un vestido largo, elegante y discreto. Su cabello estaba recogido de manera sencilla, su maquillaje natural, resaltando su suavidad y dulzura. Mai trabajaba como oficinista y provenía de una familia de maestros, por lo que desde pequeña había aprendido a comportarse con cortesía y educación. Sin embargo, lo que no esperaba era que esa visita sería un “examen” no oficial, organizado por toda la familia de Hùng.
Ese día, la familia de Hùng organizó una fiesta para celebrar el cumpleaños de su abuelo. La casa se llenó de parientes y amigos, y contrataron hasta cincuenta mesas para el banquete. Mai llegó temprano y, junto con Hùng, empezó a preparar las mesas y sillas. La madre de Hùng la saludó cálidamente, pero su mirada era algo distante. No dijo mucho, solo la observó de arriba abajo.
Al terminar la fiesta, todos estaban satisfechos y listos para irse, pero los platos y cubiertos quedaron amontonados por todo el patio. La madre de Hùng, de repente, llamó a Mai y señaló el lavabo con frialdad:
– Una chica de tu edad debería ofrecerse a ayudar en la casa de tu novio. En el campo, todos hacen lo mismo. ¿Podrías lavar estos platos, por favor? No hay nada de qué avergonzarse.
Pero esos “platos” resultaron ser cincuenta mesas, apiladas con montañas de platos y bandejas llenas de aceite. La madre de Hùng y algunos familiares cercanos se rieron y comentaron:
– A ver si nuestra futura nuera sabe hacer tareas domésticas.
Hùng, preocupado, quería intervenir, pero su madre lo detuvo con la mirada:
– Los hombres no entienden de estas cosas. Deja que ella lo haga, que es asunto de mujeres.
Mai no dijo nada. Sonrió suavemente, se quitó los pendientes, se arremangó y se dirigió a la cocina a ponerse el delantal. Pero en lugar de comenzar de inmediato, Mai sacó su teléfono y, tras hacer unas llamadas, salió nuevamente a decir:
– Señora, ¿me permite unos minutos? Quiero hacerlo a mi manera.
Todos se quedaron sorprendidos. Quince minutos después, una camioneta se detuvo frente a la casa. Cuatro personas vestidas con uniforme descendieron: eran empleados de un servicio de limpieza de eventos. Traían cubos de agua, detergente, trapos y comenzaron a lavar los platos como un equipo profesional.
Mai observaba y supervisaba cada paso, mientras ayudaba a secar los platos y a organizarlos en canastas. En menos de una hora, el patio estaba impecable. La madre de Hùng y los parientes miraban asombrados, sin saber qué decir. La mujer, algo confundida, preguntó:
– ¿A quién has llamado para que venga a hacer esto?
Mai sonrió y respondió:
– Conozco a la gente que se encarga de esto. Ellos suelen trabajar en banquetes y bodas. Cada juego de platos cuesta 20.000 VND, por lo que en total son un millón. Pero como soy cliente frecuente, me hicieron un descuento y solo pagué 800.000. Si me permite, yo me encargaré del pago. Aunque podría haberlos lavado yo misma, pensé que sería más eficiente así y no haría perder tiempo a la familia.
Una tía de Hùng, sorprendida, exclamó:
– ¡Vaya, qué lista es esta chica!
Al principio, la madre de Hùng parecía molesta, pero luego asintió con aprobación:
– Bueno, al menos sabe cómo arreglárselas. Pero en nuestra familia, valoramos a las mujeres que se sacrifican, no a las que simplemente resuelven todo con dinero.
Mai, con calma, respondió:
– Claro, yo también creo en el sacrificio. Pero creo que una mujer moderna puede ser inteligente en sus sacrificios. Estoy dispuesta a ayudar en casa, cuidar de la familia, pero en situaciones imprevistas, prefiero optar por una solución efectiva en lugar de actuar impulsivamente.
En ese momento, el abuelo de Hùng, el protagonista de la fiesta, salió apoyándose en su bastón y escuchó toda la conversación. Rió a carcajadas:
– ¡Bien hecho, muy bien! Lo importante no es lavar los platos, sino cómo ha manejado la situación. No se ha alterado, no ha reaccionado negativamente, y ha logrado impresionar a todos. Una nuera así, ¡hay que casarse rápido con ella antes de que se escape!
Todos se rieron. Hùng, ahora más tranquilo, tomó la mano de Mai, con orgullo en sus ojos.
Desde ese día, la actitud de la madre de Hùng cambió por completo. Ella comenzó a llamarla más seguido, a preguntar cómo estaba y a enviarle comida casera. Al final de cada conversación, siempre decía:
– Cuando tengas tiempo, ven a visitarnos más a menudo. Y no dejes pasar mucho tiempo, ¡porque quiero ver pronto a un nieto en mis brazos!